@larraincl

29 de noviembre de 2005

Invasión

29-11-05
En alguna parte leí que era bueno tener un registro de las emociones. Ahora es necesario. A las 2 de la mañana sentí angustia repentina, intensa, y diferente a las anteriores. Fue un sentimiento de tristeza ajeno a mi, pero que me invadía desde adentro. No era el abrazo negro, no era opresión en el pecho. Era distinto. También en el pecho, pero una opresión a la inversa… como una succión
No quise molestar a nadie a esa hora, y calmadamente apagué la luz y me dormí sin tanta dificultad mirando las estrellas, llorando, desconsolada.
Y así desperté: con la peor cara del mundo, los ojos hinchados y cansados, la garganta con un sabor amargo medio espeso y el cuerpo sumiso.
De alguna forma logré pasar la mañana comprando ropa con mi mamá, tratando de elegir algo que me hubiese gustado ayer o mañana, pero que en ese momento no me importaba. Lo hice, pero en medio de un pasillo del Alto Las Condes las lágrimas no se contuvieron y me escondí tras un cartel de vinos. Ahí lo llamé. Nos reunimos en la tarde, sin tanto hablar ni llanterío… yo sólo quería estar con él.
En mi casa le dije a mi hermano en dos palabras que me sentía “mafia” y no quería ir a bailar. Y en una me respondió: “anda”. Eso hice. Amo la danza… y por 45 minutos me sentí liberada. Ahora escucho Blues, tengo horas y horas grabadas. Mi cabeza es un enredo de nada. Todavía tengo gusto amargo y metálico. No pienso en si tengo o no tengo miedo, porque no puedo creer la posibilidad de entrar en fase otra vez.