Nada más escribo. No pienso publicar un libro o tal vez si, eso lo podrá hacer alguien vivo cuando yo muera.
Cómo sacar provecho de un estado deprorable?
Esa no era la pregunta que debí plantearme al desayuno... no. Esa no era. Tal vez lo correcto es preguntarse cómo no seguir cayendo, o cómo salir de aquí otra vez... de este espacio de nada.
No me siento incómoda. Ya aprendí a flotar en el mar alborotado, cuando hay bandera roja y el tiempo es hostil. No sé cuánto duraré, pero aún tengo mucha fuerza. Voy al trabajo, en una micro del siglo pasado que hace tanto ruido que apenas oigo mis pensamientos. Apunto de mariarme... típico. Corro el riesgo. No puedo parar de escribir. Rodar o morir. (hago una pausa, necesito un respiro antes de ver mi desayuno esparcido en el suelo)
Semáforo rojo. Respiro. (me carga el olor a micro)
Ohhh, primera, segunda, tercera, cuarta, quinta, sexta! se va a desarmar esta máquina!
Quiero estar sola. Hoy. Todo el día. Voy al trabajo, hay mucha gente que atender. Por suerte puedo separar las cosas. Decido estar o no estar, estar y no estar, al mismo tiempo.
Cambio de transporte. (hoy es el último día que uso el pase escolar)
Reconozco las ganas de saltar al metro que sentí especialmente esta mañana. Qué me frena? no lo sé. No pienso.
Aqui estoy, en el primer puesto del primer vagón. Mirando hacia adelante. Ahí me gusta viajar de ida. En el último puesto del último vagón, ahi viajo siempre a la vuelta.
Se siente raro quedarse en la casa hoy y venir a trabajar.
Algún día sabré por qué el chofer anuncia que llegamos a la estación Simón Bolívar.
Sólo necesito tiempo. Tiempo paralelo. Qué fastidiosa la medición del tiempo. Me cargan los relojes y el celular también.
El metro no es fastidioso, simplemente es fome.
¿hay que ayudar para ser ayudado?
"SIGA INSTRUCCIONES" eso es lo que no puedo hacer bien desde que nací. Nunca estoy de acuerdo con las intrucciones a cabalidad y por ende tampoco las puedo cumplir. Detesto que me manden o impongan cosas sin explicación o que yo crea injusta.
Espero y espero por ese día en que naceré de nuevo. Ese día brillará un sol eterno.
Me siento una infiltrada, una clave misteriosa y peligrosa para este sistema imperfecto e hipócrita. Tildada con diagnósticos enajenados. Víctima del silencio culposo, tímido, miedoso.
Imagen reveladora que no callará, porque habla con mucho más que palabras. Ese tal vez sea uno de mis objetivos (o metas?): la expresión máxima del ser. Lograr plasmarme en una obra, baile, pintura, canción y corazón. Tener un hijo, dejar legados. Perpetuar, ser inmortal. No en el sentido de la vida. Es algo más grande que eso.
Qué ciertas las dos frases "en mi está el problema, en mi la solución" y "cuando soy débil, es cuando soy fuerte".
Puedo dormir y comer todo el día como un lactante, jugar con un niño, conversar con un adolescente, tomar con un adulto y tejer con una abuela. Todo me va bien. Soy niña y vieja, humano y animal, puedo ser un árbol y hasta aire. Soy atemporal, auténtica, incomprensible y radical. Todo o nada. Bipolar. Tengo el espectro completo... el poder.